Todos soñamos con llevar a cabo proyectos que dejen a público con la boca abierta, y en este caso hablo de forma literal, porque en todos los años de mi vida no he visto a una audiencia reíse tanto (y llorar tanto) como la combinación de estas dos óperas geniales del siglo XX.
Tienen en común esa dulzura que transmiten las cosas con las que todos nos podemos sentir identificados.
La voz humana, con el genial texto original de Cocteau, y aunque sólo fuera por eso, nos hace descubrirnos a nosotras mismas, en femenino... y a todos esos hombres impresentables que, en algún momento, han estado al otro lado del teléfono abandonándonos, seguramente por una mujer más joven. La angustia real que transmite la soledad de la protagonista se nos mete en el alma, y la música magistral de Poulenc acompaña el monólogo aumentando la trascendencia de esa noche en la que todas, finalmente, comprendemos que la imagen que nos devuelve el espejo ya no es la misma y que somos "pasto de las llamas".
Tienen en común esa dulzura que transmiten las cosas con las que todos nos podemos sentir identificados.
La voz humana, con el genial texto original de Cocteau, y aunque sólo fuera por eso, nos hace descubrirnos a nosotras mismas, en femenino... y a todos esos hombres impresentables que, en algún momento, han estado al otro lado del teléfono abandonándonos, seguramente por una mujer más joven. La angustia real que transmite la soledad de la protagonista se nos mete en el alma, y la música magistral de Poulenc acompaña el monólogo aumentando la trascendencia de esa noche en la que todas, finalmente, comprendemos que la imagen que nos devuelve el espejo ya no es la misma y que somos "pasto de las llamas".
El secreto de Susana tiene uno de los textos más hilarantes de la historia de la ópera, hasta el espectador más despegado del género acabará riéndose. La historia es la opuesta, un matrimonio recién casado, un marido que ve amantes por todas las esquinas y una mujer que sólo pretende tener un capricho: fumarse un cigarrillo.
La confusión es tal que Susana, pensando que él sabe de que están hablando del vicio de fumar (y no del otro), llega a asegurarle a Gil (¡vaya nombre para un "pringao"!) que todas las mujeres lo hacen, incluso su madre... con el evidente asombro de su esposo a quien no le parece nada correcto que la afición de tener un amante sea tan normal entre el género femenino.
El éxito está asegurado, y la asistencia de ese público será segura siempre que mantengamos un nivel excelente en lo que respecta a los intérpretes. Elisabete Matos, Isabel Rey, Michelle Canniccioni, Javier Franco ya se han apuntado al proyecto... Castro, como director de escena, nos asegura una puesta novedosa (de las suyas, de las de gran director de teatro... ideas, no muebles caros), Lorenzo Ramos tiene mucho que decir de la música del siglo XX, repertorio que adora y que quiere que adore el público, el vestuario de Lorenzo Caprile, la decoración de interiores de Iraida Domecq y la iluminación de Albert faura... y la orquesta, más que un personaje en toda esta historia, que tiene que llevar el peso de dos partituras espléndidas... Entre todos haremos un proyecto común para el peor año de crisis que vamos a ver en la historia de nuestra vida (esperemos...).
Susana Lozano
La confusión es tal que Susana, pensando que él sabe de que están hablando del vicio de fumar (y no del otro), llega a asegurarle a Gil (¡vaya nombre para un "pringao"!) que todas las mujeres lo hacen, incluso su madre... con el evidente asombro de su esposo a quien no le parece nada correcto que la afición de tener un amante sea tan normal entre el género femenino.
El éxito está asegurado, y la asistencia de ese público será segura siempre que mantengamos un nivel excelente en lo que respecta a los intérpretes. Elisabete Matos, Isabel Rey, Michelle Canniccioni, Javier Franco ya se han apuntado al proyecto... Castro, como director de escena, nos asegura una puesta novedosa (de las suyas, de las de gran director de teatro... ideas, no muebles caros), Lorenzo Ramos tiene mucho que decir de la música del siglo XX, repertorio que adora y que quiere que adore el público, el vestuario de Lorenzo Caprile, la decoración de interiores de Iraida Domecq y la iluminación de Albert faura... y la orquesta, más que un personaje en toda esta historia, que tiene que llevar el peso de dos partituras espléndidas... Entre todos haremos un proyecto común para el peor año de crisis que vamos a ver en la historia de nuestra vida (esperemos...).
Susana Lozano